Cada chef tiene su historia, cada chef tiene su única firma. Pero en México vive un hombre cuya "mole madre" tarda unos meses en hacer. Para quien no sabe, pero debería, la "mole madre" es una de las salsas tradicionales mexicanas más reconocidas: espesa, oscura, de sabor intenso, al alcance apenas de algunos, fruto de mucha historia y cargada de tradición.
Enrique Olvera, nacido en la Ciudad de México y formado en el Culinary Institute of America, en Nueva York, se dedicó en cuerpo y alma a descubrir el secreto de su "mole madre" cuando estaba en plena apertura de su restaurante El Pujol.
Aprendió la receta con otro chef mexicano, Ricardo Muñoz, pero decidió ir más allá: en vez de los siete días recomendados para dejar la salsa reposar, Enrique decidió dar vida a esta salsa, en una primera fase, durante 15 días. Tratando el "mole madre" como un organismo vivo y en constante mutación, continuó la experiencia hasta los 700 días. Si, leyó bien, 700 días para perfeccionar un sabor, para llegar a paladares hasta entonces desconocidos a cualquier criatura viva. "Está de poca madre", como dicen los mexicanos.